13.11.10

No me preguntes por qué Heidi iba en trineo

El medio de transporte más utilizado en Suiza en sin duda el tren. Bien es sabida la puntualidad que aquí reina, tanto en los buses como en el metro, pero el tren es algo así como una religión. Además de gozar de una extensísima red de raíles (en torno a 27000 km), el servicio no puede ser más impecable.
Para ir a la universidad, al trabajo, para coger un avión en Genève Aéroport, para salir de fiesta, para que te deje en la puerta de IKEA o en una pista en Zermatt. A todos lados y con una eficacia extraterrestre.
Antes de llegar a una parada, el piloto o un asistente te indica a qué vía debes dirigirte para llegar a tu destino, si no se encuentra en el camino por el que pasa tu tren. Estúpido a priori, pero sobretodo nada de inútil.
Sin los abonos disponibles (Demi-Tarif y Voie7) el precio es exagerado. Por ejemplo, un tren de Lausanne a Berna ida y vuelta puede salir por la escalofriante cifra de 50.- o 37€. Escalofriante teniendo en cuenta que luego Ryanair te deja en Londres y te regresa en Madrid por 15 pavos.


El servicio de restaurante y cafetería también es bastante prohibitivo, pero está permitido comer y beber en los vagones.
En los trenes de dos pisos, cada vagón posee una suerte de salón, perfecto para cuando se viaja en grupo.
Los baños son como en casi todos los trenes del mundo, con el detalle de que el jabón es polvo, lo que impide que el lavabo parezca la segunda parte de Flubber.
Los últimos servicios suelen ser en torno a las 00.30 y los primeros entre las 4 y las 5 de la mañana; dependiendo mucho de los destinos.

Algo que no es culpa de los trenes es el paisaje que vas disfrutando por la ventanilla. Da igual que sean lagos, bosques o cumbres nevadas. Parece que cada metro de vía está colocado para proporcionarte una de las sensaciones imprescindibles que debería de dar todo medio de transporte: la tranquilidad.


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