23.10.12

El cógido de la cabaña de los Alpes suizos


Cabane du Col des Chamois (Vaud)
Me he tomado la libertad de traducir algunas normas básicas que todo turista debe saber sobre las cabañas para lograr esa agradable convivencia que todo suizo del medio rural persigue. Precisamente gracias a estas reglas los precios de estancia son más bajos que los de un hotel normal. Una noche con desayuno y cena sale por unos 30 CHF por cabeza y para muchos se está mucho mejor que un hotel. Así lo comparto también.

Antes de llegar:

Reservas.
Las camas y las comidas deben ser reservadas al menos un día antes de la llegada a la cabaña. Si finalmente no se va a poder asistir, debes anular.
Las personas vegetarianas son tenidas en cuenta, pero hay que prever que el acceso a alimentos es limitado, por lo que habrá que avisar con varios días de antelación. 

Los perros son bienvenidos aunque no podrán dormir dentro de la cabaña, sino en un espacio habilitado fuera (aunque este espacio no siempre exista).

Los desayunos y comidas siguen el estricto horario suizo y su hora de inicio depende de la cabaña. Si llegas tarde, posiblemente comerás los restos.

Estará muy bien visto si llevas algo (un periódico, una revista, comida, por ejemplo, o una botella de vino) o también puedes preguntar a la hora de la reserva si necesitan algo de la civilización.


Una vez en la cabaña:

Las botas y zapatillas se dejan obligatoriamente en la entrada, en una denominada "habitación de las botas". En todas las cabañas suizas se utilizan unas chanclas Crocs para estar dentro. Es una estampa muy 'guiri' esta de chanclas + calcetines.


Ya que no estamos hablando de un hotel, alojarse en una cabaña es una experiencia donde impera ante todo el buen rollo y el "se ayuda en lo que se pueda". Especialmente, y casi exclusivamente, durante las comidas, pues deben llevarse los platos y cubiertos a la cocina una vez terminado. Por supuesto hay de todo: desde el que no recoge nada y se levanta sin más hasta al que hay que pararle en la cocina porque está fregando todos sus cacharros.

Está prohibido fumar dentro de la cabaña.

Las 10 de la noche es la hora del silencio en la cabaña. Que nadie espere una animal party (¡salvo que se exprese lo contrario!).

Todas estas normas están recogidas en el "Code des cabanes" o "Hüttenknigge" y a priori son estrictas en su aplicación. Ahora bien, si algo bueno tiene la montaña helvética es que el ritmo de vida es bastante más tranquilo y relajado que el de la ajetreada ciudad suiza y por ello, en caso de haber algún problema, se solucionará siempre con una sonrisa.

11.10.12

La economía de las montañas

Hütte, capanna ou cabanne, según se mire o según estemos. Suiza dispone de una amplísima red de refugios alpinos que no sólo proporcionan cobijo nocturno, sino también aseo, juegos y suculentas comidas con productos locales. Y cuando digo locales, digo muy locales.

Carnes, cervezas, embutidos, mermeladas y productos lácteos como leche, mantequilla, quesos y yogures tienen su origen a pocos metros de estos refugios, en los denominados "alpages". Se trata de una economía bastante protegida en la que los intercambios de provisiones se establecen entre "alpages" y refugios, casi exclusivamente. 
Una llamada para concretar las cantidades y el tiempo de recogida y listo: los pequeños senderos alpinos se convierten en auténticas vías comerciales donde no falta gente cargando quesos, cajas de cerveza o generosos botes de leche.


Ya sabíamos que Suiza era una nación celosa de los productos generados dentro de sus fronteras pero su bandera llega hasta lo más profundo, hasta lo local, bajo el lema de "aus der región, für der región" ("desde la región, para la región", eslógan de la Migros que me parece muy acertado). Una política proteccionista que pretende alargar la vida económica de la vasta región alpina, creando oportunidades para que generaciones posteriores mantengan esta tradición y, no olvidemos, el atractivo turístico que la envuelve.