Los más ávidos lectores de Erasmus en Suiza pensarán "pero qué pesao". Que me disculpen, pero es un tema que llama irremediablemente mi atención al considerarme viajero y ciudadano del mundo: el racismo. Ese raro cóctel donde tantas variables se mezclan y con un sabor que a no todos agrada por igual.
Y si para gustos, los colores, para razas, también.
The Washington Post publicaba ayer y antes de ayer unos interesantísimos mapas sobre qué países son los más tolerantes y cuáles lo son menos, y otro sobre qué países tenían una mayor diversidad étnica. Aquí los pego (hacer click para ampliar):
Cuanto más rojo, menos tolerante; cuanto más rojo, más tolerante. |
Cuanto más verde, más etnias conviven en el país; cuanto más naranja, más homogéneo es. |
A través del segundo mapa comprobamos como Suiza es uno de los países más variados en cuanto a etnias de Europa. Sólo superado por Bosnia, por motivos históricos más que sabidos, si trasladamos estas cifras a Latinoamérica, el país alpino posee niveles similares a los de Brasil, Colombia o Méjico y por encima de España.
Pero lo interesante de estos mapas reside en su comparación. Se podría decir que el país más racista podría sea catalogado como aquel que teniendo una sociedad muy homogénea es menos tolerante con otras etnias. O también, aunque con aparente menos sentido, el país con una sociedad más plural pero menos tolerante con otras etnias. Ante estos datos, Suiza se presenta como un país que, dado su fuerte carácter receptor, sólo un 5-9.99% de su población declara no querer tener como vecino a un miembro de etnia o raza distinta.